En el año 2022, en España  fueron diagnosticadas 1967 mujeres con cáncer de cérvix y se estima que 705 fallecieron a causa de este tipo de tumor. (Fuente: Observatorio del Cáncer de la Asociación) 

La edad media del diagnóstico de cáncer de cuello de útero es de 48 años. Aunque es un tumor propio de las edades medias de la vida, hay un número significativo de casos desde los 30 años. 

El cáncer de cérvix se origina en las células del cuello del útero. Antes de que el cáncer se instaure, las células pueden sufrir  modificaciones y alteraciones que dan lugar a células anormales  y lesiones que, si no son diagnosticadas y controladas, pueden  convertirse en cancerosas. 

En la actualidad, no existe duda entre la relación existente entre la infección por VPH o Virus del Papiloma Humano (la enfermedad de transmisión sexual más frecuente en ambos sexos), y el cáncer de cuello uterino o cérvix. El VPH es causa necesaria pero no suficiente para el desarrollo de este cáncer, y se han identificado más de 150 tipos diferentes de VPH, 15 de ellos considerados de alto riesgo.

El cáncer de cuello del útero es uno de los cánceres en los que es posible hacer detección precoz, ya que la gran mayoría se desarrollan a partir de cambios premalignos en las células de la superficie del cérvix.

Este diagnóstico en fases incipientes se realiza mediante programas de cribado, que consisten en la realización de pruebas diagnósticas a personas aparentemente sanas siendo la edad de cribado entre 25 y 65 años, con el fin de detectar lesiones precancerosas o malignas en fases iniciales, y así poder controlarlas y tratarlas de forma precoz.

El cribado de este tipo de cáncer ha demostrado ser altamente efectivo, facilitando el diagnóstico en etapas tempranas.  Por eso es de vital importancia informar sobre qué es el cribado de cáncer de cérvix y cómo se lleva a cabo.  

Es imprescindible concienciar a la población femenina sobre la importancia de participar en los programas de cribado y sobre los beneficios de la detección precoz del cáncer de cérvix para, entre todos, lograr el objetivo de la Asociación de superar el 70% de supervivencia en cáncer en 2030.  

¿Cómo se desarrolla el programa de cribado de cáncer de cérvix en España? 

En 2019, el  Ministerio de Sanidad modificó las características del programa de cribado, pasando desde entonces a tener carácter poblacional: se dirige activamente a toda la población diana (mujeres entre 25 y 65 años) de manera sistemática y dentro de un marco reglado de política sanitaria de salud pública.  

El programa de cribado de cáncer de cérvix se ha venido realizando en España mediante citología (prueba de Papanicolau) y pasa a incorporar la prueba de detección del virus del papiloma humano (VPH) en determinadas circunstancias.  

Este programa está incluido dentro de cartera común de servicios del Sistema Nacional de Salud  

(Fuente: Ministerio Sanidad)

En mujeres entre los 25 y 34 años el cribado se realiza mediante una citología o prueba de Papanicolau.  Es una prueba sencilla y no dolorosa que se realiza durante la consulta de cribado. Mediante un ligero raspado con una espátula se obtienen células de la porción externa del cuello del útero y con un pequeño cepillo redondeado o torunda de algodón se toman células del interior del cuello. La muestra recogida es enviada al laboratorio en búsqueda de anomalías en las células. En caso de ser negativa, se repetirá cada 3 años. 

Mujeres entre 35 y 65 años: la prueba de cribado es la detección directa del material genético del VPH de alto riesgo. Es similar a la prueba de Papanicolau, usándose un cepillo para extraer la muestra del cuello uterino, que posteriormente será analizada en el laboratorio con la finalidad de detectar el virus. En caso de ser negativa, se repetirá la prueba a los 5 años y, si resulta positiva, se procederá a complementar el estudio con una citología.  

Es importante señalar que en el caso de las mujeres que cumplen criterios de alto riesgo, el programa de cribado no se aplica, ya que se hace una valoración del riesgo individual y un seguimiento a través de protocolos de actuación específicos según la recomendación de su médico

Otras pruebas para la detección del cáncer de cérvix 

El cáncer de cérvix también puede diagnosticarse en una revisión ginecológica habitual o en una consulta con el médico ante la aparición de síntomas (como puede ser dolor o sangrado vaginal).  

El ginecólogo elaborará una historia clínica que le oriente sobre los hábitos de la paciente y realizará una exploración ginecológica para realizar un examen visual del cérvix con espéculo, que permite apreciar si presenta o no lesiones visibles como ulceraciones o tumores y, en el momento hacer citologías o tomar biopsias. 

Algunas de las pruebas utilizadas para el diagnóstico del cáncer de cérvix, aparte de la citología son:  

  • Colposcopia: visualización del cuello del útero, durante la exploración, a través de un aparato denominado colposcopio. Se trata de un dispositivo similar a un pequeño microscopio con una luz potente, que permite visualizar la vagina y el cuello del útero, para la localización de la zona alterada.  
  • Biopsia: En caso de que se identifique una zona sospechosa en el cérvix durante el examen con colposcopio, se puede  obtener una muestra que será analizada al microscopio y determinar de este modo si se trata de una lesión benigna, una lesión precancerosa o un cáncer preinvasivo o invasivo. Cuando el diagnóstico es de enfermedad maligna, el médico determinará la necesidad de completar el estudio con otras pruebas. 

Una vez que se ha realizado el diagnóstico de un cáncer de cuello de útero es importante determinar el estadio del cáncer de cérvix, es decir, si el cáncer se ha extendido o no y las estructuras u órganos que se han afectado, facilitando así al médico la decisión del tratamiento más adecuado para cada caso.  

Para ello, el profesional médico determinará qué pruebas son necesarias para completar el estudio (radiografía de tórax, resonancia magnética, escáner o tomografía computarizada)  y adecuará las pruebas solicitadas a la situación de cada paciente. 

Es importante conocer el tamaño del tumor, el grado de invasión en los tejidos de alrededor del cuello uterino y su propagación a ganglios u otros órganos (metástasis), con la finalidad de determinar el estadio en el que se encuentra, y tomar así las mejores decisiones clínicas y obtener información acerca del pronóstico de la enfermedad.