La situación de alarma sanitaria y el periodo de confinamiento por coronavirus nos está llevando a vivir momentos y experiencias de todo tipo a nivel personal, familiar y profesional. En ocasiones, hemos podido, incluso, experimentar una sensación de cierta irrealidad, como si estuviéramos inmersos en una película de ciencia ficción. También es bastante probable que empezamos a notar apatía, cansancio, aburrimiento, sensación de agotamiento emocional y ganas de salir. Son emociones habituales que suelen agravarse a medida que el confinamiento se alarga; y que incluso, algunas de ellas, pueden perdurar en el tiempo una vez finalizada esta etapa.
El equipo de psicólogos de la AECC, cuya labor está siendo clave para ofrecer atención a pacientes y familiares de cáncer en estos momentos, nos acercan algunas pautas de gran utilidad para que todos cuidemos nuestro bienestar emocional.
El confinamiento puede afectar nuestro bienestar emocional
Hay que tener en cuenta que la situación actual ha supuesto una ruptura en nuestro día a día, en nuestras rutinas, nuestros espacios de ocio, cafés con los compañeros, charlas con los amigos, comidas familiares, excursiones y visitas… Permanecer confinados en nuestros hogares conlleva que los días nos parezcan siempre iguales, y es normal irse a dormir con la sensación de que mañana será lo mismo que ayer.
De repente, nuestra vida se ha paralizado y hemos tenido que adaptarnos a una nueva situación que nos puede generar ansiedad y estrés. No solo por la experiencia de estar confinados, sino también por las consecuencias de dicho confinamiento. Son muchas las personas que se han visto afectadas por un ERE o un ERTE, la pérdida del trabajo, disminución de ingresos mensuales…; a lo que hay que añadir la convivencia diaria con nuestra pareja, hijos y niños, familiares o compañeros de piso, etcétera.
Confinamiento por coronavirus: ¿Qué efectos psicológicos tiene?
Los estudios más recientes nos indican que las personas que han sufrido una cuarentena son significativamente más propensas a presentar agotamiento, frustración, ansiedad al pensar en el contagio y en la situación, irritabilidad, insomnio, poca concentración e indecisión, deterioro del desempeño laboral y rechazo al trabajo o consideración de renuncia. El bajo estado de ánimo y la irritabilidad destacan por tener una elevada prevalencia, y estos síntomas suelen agravarse a medida que el confinamiento se alarga.

Los síntomas iniciales del agotamiento emocional son:
- Cansancio físico, fatiga…
- Insomnio. Por contradictorio que parezca, estamos encontrando más problemas para dormir, bien para conciliar el sueño; bien porque nos despertamos temprano y nos cuesta volver a dormir.
- Irritabilidad, hipersensibilidad a comentarios, críticas o gestos de desaprobación.
- Falta de motivación. Podemos sentir falta de interés por las actividades y el día a día.
- Distanciamiento afectivo.
- Dificultades para pensar. Podemos sentir que razonamos más lentamente y se nos olvidan más cosas.
No hay que olvidar que los seres humanos somos seres sociales y necesitamos el contacto con los demás, y aunque las redes sociales y los medios telemáticos nos permiten tenerlos y sentirlos más cerca, necesitamos su contacto, compañía…
Consejos para paliar los efectos del confinamiento
Probablemente, durante este confinamiento hemos explorado una larga lista de actividades para distraernos: cursos de formación, de cocina, rutinas de ejercicio físico en nuestra terraza, jugar y tomar cafés virtuales… Y, aunque podemos manifestar cierta sensación de hartazgo, ahora más que nunca es imprescindible mantener ciertos hábitos para no caer en la dejadez y abandono. Por ello, es muy importante que mantengamos nuestras rutinas de trabajo, de ocio, de descanso o deporte.
Los psicólogos/as de la AECC repasan aquellos aspectos que no debemos pasar por alto:
Las rutinas y los rituales dan sentido a nuestras experiencias
Simples hechos como levantarnos y acostarnos a la misma hora, comer en un horario establecido, salir a la ventana cada día a las ocho de la tarde…, cobran mucha importancia en estos momentos. No descuides las rutinas.
Lidiar con el aburrimiento es clave
Debemos tener en cuenta que el aburrimiento, generalmente, es un estado de ánimo que surge cuando la falta de actividad se percibe de forma negativa. En esta era de la hiperproductividad, la parada de nuestra actividad habitual, conlleva que podamos sentir vacío, sensación de no saber qué hacer o de no estar haciendo nada. Como consecuencia, podemos sentir inquietud e irritabilidad en muchos casos. Es importante dejar de lado estos pensamientos de perfección o de cumplimiento que en ocasiones pueden asaltarnos.
La creatividad es también un estado de ánimo que hay que cultivar
Para ello, hay que ser capaz de enfrentarse al tiempo libre sin angustia, aburrirse sin miedo… Y dejar que nuestra mente vuele libre. Nos ayudará buscar tiempo para realizar actividades que nos resulten gratificantes, relajarnos, descansar y estar tranquilos.
Evita pensamientos catastrofistas
Es importante huir de pensamientos que nos pueden generar mayores niveles de ansiedad y limitar nuestros recursos para afrontar el día a día. Céntrate en el presente, ocupándote de lo va sucediendo sin estar permanentemente conectado e hiperinformado.
Sabemos que esta situación todavía puede durar un poquito más y que, incluso, estas emociones pueden alargarse varios meses después de finalizar esta etapa. De ahí la importancia de sensibilizarnos frente a nosotros mismos. Para ello, nada mejor que respirar, reconectar con lo que somos, con lo que queremos y deseamos.
Es muy cierto. Yo durante el confinamiento lo pasé fatal. Al comienzo no tanto, pero con el paso de los días, y todos los días lo mismo, igual da que sea lunes que sábado…
Es una situación que te agota. Además, al vivir con mi pareja, la situación era complicada. Nos veíamos todos los días a todas las horas y eso en ciertos aspectos está bien, pero también ayuda a que los problemas crezcan. Y más en una situación de irritabilidad, apatía, desgana…
Cuando el confinamiento obligatorio terminó decidí acudir a una psicoterapeuta. Ya había ido antes alguna que otra vez por problemas personales pasados, y no dudé un momento. No necesitamos demasiadas sesiones para darnos cuenta de lo que sucedía y de que debíamos hacer un esfuerzo extra para volver a la normalidad emocional en cuanto antes, sino nos iba a pasar factura.
Es una faena, pero es la época que nos ha tocado vivir. Imagino que mucha gente estará, o habrá estado, en mi situación. Mi recomendación es, si no puedes valerte por ti mismo para mejorar la situación, ponerte en manos de un profesional.